lunes, 5 de noviembre de 2012

Mariposas y Fernando Sánchez Dragó

 
Descubrí a Fernando Sánchez Dragó (o lo que queda de él)  a partir de una experiencia particular que me sucedió hace ya algunos años. A lo largo de mi vida me han ocurrido ciertos sucesos y estados vivenciales que posiblemente escapen a la lógica ordinaria. Sin embargo, no puedo negar su evidencia y tampoco, a estas alturas, me apetece reservarlos. Cada una de estas vivencias ha surgido de una manera inesperada y espontanea, sin ningún tipo de referencia previa ni expectativa condicionada. Después ha sido mi propio interés el que me ha conducido a encontrar una explicación válida o,  como mínimo, algún tipo de soporte que certificara lo vivido. La Prueba del Laberinto  de Sánchez  Dragó fue, en este caso,  mi primera fuente de apoyo.


Desde hacía varios años, una de mis pacientes, Olga, había cruzado la barrera de la distancia -impuesta- por mi profesión y se había convertido en una buena amiga, además de compañera, colaboradora y voluntaria en trabajos de apoyo a otros pacientes de cáncer. Fueron años de intensa terapia además de prolongados encuentros entre la consulta, el hospital, y mi propia casa. 
Vino a verme, por primera vez, después de que le fuera diagnosticado un cáncer de carácter terminal. Estaba aterrada y no quería ponérselo fácil a la enfermedad. A pesar de que su pronóstico no era mayor  al de un año de vida, consiguió vivir muchos años más.  
La realidad de la muerte le producía un auténtico pavor. Amaba la vida y disfrutaba de ella con intensidad. Le encantaba bailar, salir a cenar, la fiesta, las revistas y los programas de cotilleo, los chismes, la moda, el diseño. Los aspectos mundanos de la existencia adquirían, desde su visión particular,  un valor  francamente bello y esencial y uno lograba contagiarse de su entusiasmo. Nos reíamos muchísimo juntas  (y con algún que otro paciente/voluntario, que con similares características  se unía a la fiesta).
Podíamos hablar de una gran variedad de temas, pero el relativo al final de la vida era intocable para ella. Una cuestión "tabu" que no quería afrontar. Sus palabras y comentarios iban  constantemente dirigidos a la continuidad de su existencia terrenal. Pendiente de  toda clase de planes futuros que quería llevar a cabo con Jordi, su pareja, además de con su familia y amigos. Recuerdo que uno de sus objetivos era cambiarse de piso. Lo lograron. El actual, no tenía ascensor y Jordi tenía que subirla en brazos a lo largo de cinco interminables plantas, cuando ella se sentía incapaz y agotada a causa de los tratamientos a los que debía someterse. Ambos formaban una pareja comprometida y cómplice el uno con el otro. Una lección de amor y entrega ejemplar. Lo cual, no quiere decir, que no pasaran por momentos de "alta" tensión que hicieran tambalear su armonía.
Pero la enfermedad, aunque lentamente, iba poniendo sus límites. Y cada Navidad, curiosamente, Olga, solía tener una recaída.
-Emma-, me decía, -¡no quiero morir!- Y así lo repetía, con cada nuevo agravamiento. Toda muestra de aplomo y coraje  para sobrellevar lo insufrible desaparecían ante la posibilidad de la propia muerte.  -La muerte no existe-, respondía yo  - ¡y no seas coñazo!- le añadía (las palabrotas eran todas bienvenidas).  
Habíamos creado, entre nosotras, una especie de pacto/rutina y cada vez que verbalizaba  su temor nos dábamos un fuerte apretón de manos  y mientras ella  exclamaba -no quiero morir- yo  afirmaba -la muerte no existe-. En tres ocasiones llegó a recibir  la extremaunción pero Olga volvía a recuperarse. Una vez, incluso me llego a contar que había visto el famoso túnel del que tanto se habla, con una luz blanca e intensa que a lo lejos, parecía llamarla. Pero ella se resistía y le plantaba cara a la luz y a todo lo que le insinuara dejar atrás la  vida.
Como tantas otras veces, la Navidad, trajo consigo la recaída. Ya casi nos habíamos acostumbrado a ello. Fui a verla al hospital clínico y la encontré preocupada y con mucha ansiedad. Le costaba respirar. Aun así, no olvidamos nuestro ritual, aunque,  en esta ocasión, me regaló una estampita con la imagen de la Milagrosa, para que rezara por ella. Me la guardé en el bolsillo y nos  despedimos hasta el día siguiente, con el mismo apretón de manos y las mismas palabras de siempre; -Tengo miedo a morir/ La muerte no existe-. Pero al día siguiente, decidí no ir a verla. Lamento reconocer que sentí pereza y al salir de la clínica decidí irme a mi casa, pensando que ya la llamaría en unos días.
Por la noche, mientras dormía, me desperté sobresaltada, creyendo que habían entrado en mi casa. Sentí la presencia de alguien en mi habitación, hasta el punto de asustarme y permanecer completamente quieta e inmóvil, además de expectante, y en alerta por si tuviera que defenderme y proteger a mi hija que dormía en la habitación de al lado. Pero al cabo de pocos minutos la sensación desapareció y me di cuenta de que todo  había sido producto de mi imaginación. No había nadie en mi casa. Eran exactamente las  05:30h de la madrugada. Me acerqué a  la habitación de mi hija, comprobé que  todo estaba bien y me aseguré de que la casa estuviera bien cerrada (vivía en un bajo con jardín y  abierto a la calle).
Volví a acostarme, aunque tarde un poco en volver a dormirme. Fue entonces, cuando recordé lo que había estado soñando hasta mi repentino despertar:
Me encontraba en casa de mi madre, en el jardín, observando a una mariposa gigante  que fuertemente agarrada al tubo exterior de la chimenea se negaba a mover sus alas y volar. Yo le gritaba que abriera sus alas con confianza y volara hacia la luz, hacia el cielo abierto. Yo misma hacia el gesto extendiendo mis brazos. Una de mis hermanas, se acercó a mí  insistiendo en que me apartara y dejara a la mariposa en paz, pues acabaría por hacerme daño. Sin embargo, la mariposa no dejaba de mirarme y asustada hacía pequeños esfuerzos para abrir sus alas y atreverse a volar. No sé lo que pasó después. Un intruso había entrado en mi habitación, o al menos eso creí,  y me saco del sueño.
A las 07.30h de la mañana, Jordi, me llamó. Me dijo que Olga había fallecido más o menos a las 04:00h de la madrugada y que había mostrado resistencia hasta el último momento, luchando por respirar y mantener los ojos abiertos.
¡Qué puedo decir!. Silencio, tristeza, paz, un poco de todo. Unas horas después, llamé a una amiga, Gemma, con la que comparto muchas inquietudes intelectuales, y le expliqué lo sucedido; mi sueño y la sensación de alguien extraño en mi habitación. Gemma me preguntó si creía haber sido visitada por Olga, a lo que contesté, sinceramente y convencida, que no. Para mí, fue un detalle irrelevante, una anecdota. Sin embargo, el sueño, seguía presente en mi cabeza.
Pasados algunos días, fue Gemma la que me llamó por teléfono.Quería leerme  unas páginas de "La Prueba del laberinto". En su libro, Sánchez Dragó, describía a la mariposa como símbolo de la liberación del alma en su viaje hacia la luz. El retorno al origen. Así lo creían los antiguos egipcios y sobre ello escribió la célebre  psiquiatra Elisabeth Kubler Ross en  sus investigaciones sobre la vida después de la muerte y de la presencia de cientos de mariposas pintadas en las paredes de los barracones de los niños judíos, en los campo de concentración Nazis.

Y yo, había sido consciente de esta realidad a través de un sueño. Nunca antes, había leído nada  sobre ello. No conocía a Elisabeth Kubler Ross ni había prestado atención a los libros de Sánchez Dragó.
Entonces, ¿dónde estaba el recuerdo, la huella, el sentido?

¿Conciencia Universal? ¿Inconsciente colectivo? ¿Registros akáshicos?

No hay duda de que detrás de esta experiencia se esconde un atisbo de la verdad universal. Una verdad que descansa en nuestro interior a la espera de ser descubierta por nuestras capacidades innatas de discernimiento que trascienden los límites del pensamiento común.

Dejo en el aire cualquier interpretación.

Para ti, Olga, que desde la luz permaneces siempre presente.

12 comentarios:

  1. Olga tuvo mucha suerte de conocerte, al igual que tuvo mi madre. Das calma interior a todo el que te rodea y estoy segura que estás rodeada de todos los que se van (o no se van, en el fondo). Sólo soñé una vez con mi madre y soñé que simplemente sonreía, ponía las manos en mis mejillas y me decía que estuviera tranquila, que estaba bien. Me desperté sobresaltada, fue el sueño más real que he tenido. Aquel día recuperé la paz interior. Los sueños sutilmente nos traen muchas cosas, estoy segura. Un beso y gracias por compartirlo.

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    1. Tú madre está estupenda, allí donde esté, con quién esté o de la manera que esté (llámalo como quieras). De eso no tengo ninguna duda.

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  2. Silvia, Tu madre, increible mujer, con tanta firmeza interior y caracter!! Me has hecho sonreir, al recordarla. Gracias por tus palabras. Ya sabes que siento que recibo mucho más de lo que doy.
    Vuestro ejemplo de apoyo como hijas me sirve de referencia muchas veces.

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  3. Emma, sin palabras... Un besazo

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  4. ¡La mejor! :)

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  5. Como siempre Emma me encanta escucharte y en este caso leerte. Definitivamente tienes el don contagiar a la gente de energia positiva! Un beso muy grande para ti que eres un ser UNICO y ESPECIAL!

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  6. Autentica y profunda!! Un besazo Emma

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  7. Emma me ha encantado que compartas esta experiencia. Nada pasa por casualidad. Estoy convencida que olga paso para verte antes de irse de este mundo. No llegamos a comprender , porque no lo procesamos en nuestra mente racional, pero si nos centraramos más en nuestro interior , lo veriamos clarisimo. Comprenderiamos, que existe un mas allá, un plano superior, en el que seguiremos existiendo. Y esto te hace llevar esta vida terrenal con otra perspectiva en la que cabe, el amor , en todo su contexto.

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  8. Qué agradable leer estas líneas. Un texto ideal para un buen momento, en el fin de semana, junto a la chimenea. Sólo le falta el ruido de las hojas de papel al pasar las páginas. Espero que este blog llegue a convertirse en otro de tus libros.

    Me alegra, también, haber conocido a Olga a través de tus palabras.

    ¡Muchas gracias, Emma!

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  9. Emma, aun no había entrado en tu blog. Me ha encantado la história. Me la explicaste para que tuviera paz, después del fallecimiento de Ferran. Me ha gustado muchísimo leerla. Ayudaste a mi hijo a enfrentarse con su destino. Por eso te quiero muchísimo. Me ha encantado tu descripción en el libro de Sanchez Dragó del símbolo de la mariposa. Símbolo de la liberación del alma en su viaje hacia la luz. "Casualmente", el tatuaje que me hicieron, sobre el nombre de Ferran està dibujada una mariposa con una estrella de luz" . Espero que todo ello me ayude a seguir adelante con mi vida, que hoy por hoy, sigo sin darle sentido. Te quiero mucho

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  10. Emma, esta historia me la comentaste para darme paz, después del fallecimiento de mi hijo Ferran. Le ayudaste a enfrentarse con su propio destino, aunque yo no lo pudiera aceptar. Por eso te quiero muchísimo. Me ha encantado tu sueño. Yo solo sueño con mi hijo estando en el hospital, y me encantaria soñar con el diciendome que está bien. No sabes como me gustaría. Me ha gustado también lo que haces referéncia al libro de Sanchez Dragó, del símbolo de la mariposa,como símbolo de la liberación del alma en su viaje hacia la luz. Recuerdas mi tatuaje? Encima del nombre de Ferran está una mariposa y al lado una estrella de luz. Gracias Emma, por ayudarnos en estos momentos. Por eso te queremos muchísimo,

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