lunes, 12 de noviembre de 2012

El Triunfo de los Mediocres por David Jiménez

He recibido El Triunfo de los Mediocres (supuestamente de Forges o de algunos otros a quién tambien se les atribuye el escrito). Lo incluyo en mi blog, por afinidad con el contenido y para contribuir a difundir la verdadera autoría: David Jiménez.

Es cierto, que la palabra "mediocre" me resuena un tanto ofensiva. Me gusta pensar que la mediocridad es un escalón más en la evolución hacia la excelencia. Por otro lado, la idea del "camino del medio" entre el exceso y el defecto, me parece, en sí misma, excelente. Sin embargo, entiendo lo que con "mediococre" el autor nos quiere dar a entender.

Sirvan de ejemplo, las palabras de José Ingenieros (El Hombre Mediocre, 1913): "El hombre mediocre es incapaz de usar su imaginación para concebir ideales que le propongan un futuro por el cual luchar. De ahí que se vuelva sumiso a toda rutina, a los prejuicios, a las domesticidades y así se vuelva parte de un rebaño o colectividad, cuyas acciones o motivos no cuestiona, sino que sigue ciegamente. El mediocre es dócil, maleable, ignorante, un ser vegetativo, carente de personalidad, contrario a la perfección, solidario y cómplice de los intereses creados que lo hacen borrego del rebaño social. Vive según las conveniencias y no logra aprender a amar. En su vida acomodaticia se vuelve vil y escéptico, cobarde. Los mediocres no son genios, ni héroes ni santos. Un hombre mediocre no acepta ideas distintas a las que ya ha recibido por tradición, sin darse cuenta de que justamente las creencias son relativas a quien las cree, pudiendo existir hombres con ideas totalmente contrarias al mismo tiempo. A su vez, el hombre mediocre entra en una lucha contra el idealismo por envidia, intenta opacar desesperadamente toda acción noble, porque sabe que su existencia depende de que el idealista nunca sea reconocido y de que no se ponga por encima de sí".

El Triunfo de los Mediocres por David Jiménez:
"Quizá ha llegado la hora de aceptar que nuestra crisis es más que económica, va más allá de estos o aquellos políticos, de la codicia de los banqueros o la prima de riesgo.

Asumir que nuestros problemas no se terminarán cambiando a un partido por otro, con otra batería de medidas urgentes o una huelga general. Reconocer que el principal problema de España no es Grecia, el euro o la señora Merkel.


Admitir, para tratar de corregirlo, que nos hemos convertido en un país mediocre. 

Ningún país alcanza semejante condición de la noche a la mañana. 

Tampoco en tres o cuatro años. 

Es el resultado de una cadena que comienza en la escuela y termina en la clase dirigente. 

Hemos creado una cultura en la que los mediocres son los alumnos más populares en el colegio, los primeros en ser ascendidos en la oficina, los que más se hacen escuchar en los medios de comunicación y a los únicos que votamos en las elecciones, sin importar lo que hagan. Porque son de los nuestros.


Estamos tan acostumbrados a nuestra mediocridad que hemos terminado por aceptarla como el estado natural de las cosas. Sus excepciones, casi siempre reducidas al deporte, nos sirven para negar la evidencia.


Mediocre es un país donde sus habitantes pasan una media de 134 minutos al día frente a un televisor que muestra principalmente basura. 

Mediocre es un país que en toda la democracia no ha dado un presidente que hablara inglés o tuviera mínimos conocimientos sobre política internacional. 

Mediocre es el único país del mundo que, en su sectarismo rancio, ha conseguido dividir incluso a las asociaciones de víctimas del terrorismo. 

Mediocre es un país que ha reformado su sistema educativo trece veces en tres décadas hasta situar a sus estudiantes a la cola del mundo desarrollado. 

Mediocre es un país que no tiene una sola universidad entre las 150 mejores del mundo y fuerza a sus mejores investigadores a exiliarse para sobrevivir. 

Mediocre es un país con una cuarta parte de su población en paro que sin embargo encuentra más motivos para indignarse cuando los guiñoles de un país vecino bromean sobre sus deportistas. 

Es mediocre un país donde la brillantez del otro provoca recelo, la creatividad es marginada -cuando no robada impunemente- y la independencia sancionada. 

Un país que ha hecho de la mediocridad la gran aspiración nacional, perseguida sin complejos por esos miles de jóvenes que buscan ocupar la próxima plaza en el concurso Gran Hermano, por políticos que se insultan sin aportar una idea, por jefes que se rodean de mediocres para disimular su propia mediocridad y por estudiantes que ridiculizan al compañero que se esfuerza. 

Mediocre es un país que ha permitido, fomentado y celebrado el triunfo de los mediocres, arrinconando la excelencia hasta dejarle dos opciones: marcharse o dejarse engullir por la imparable marea gris de la mediocridad".

4 comentarios:

  1. Hola Emma,

    Felicidades por tu blog! Me parece buena iniciativa hacer difusión de la verdadera autoría de El Triunfo de los Mediocres, David Jiménez. Un periodista al que le pueden poner diferentes calificativos, menos el de mediocre. Como curiosidad decir que es el autor de Hijos del Monzón (Kailas, 2007), un libro que fue premiado como Mejor Libro de Literatura de Viajes en España pero que antes de ser premiado fue rechazado por 5 editoriales. A veces, hay cosas que se escapan de mi entendimiento.

    Ojalá, un artículo donde se hiciera una descripción de lo que personas, entidades y organizaciones están haciendo para salir de la situación precaria en la que nos encontramos tuviera tanto éxito y difusión como el de David!

    :)

    Anna

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  2. Me gusta mucho.. gracias por clarificar mis reflexiones

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