miércoles, 14 de noviembre de 2012

Cuando la conciencia se eleva al absurdo

Hace algunos meses me invitaron a asistir a un taller de crecimiento personal orientado hacia el despertar de la conciencia (al menos eso creí).

Aquel día había estado trabajando con mucha intensidad y me encontraba especialmente cansada. Con algo de tiempo libre, antes de acudir al curso, decidí ir a la peluquería y hacerme algunos  reflejos. No vamos a negar que en ocasiones, necesitamos un cambio de look que nos haga cambiar nuestro estado, y un toque a tu imagen es una estrategia tan válida como cualquier otra que transforme nuestro sentir del momento.
Recuerdo que pedí que las mechas fueran muy rubias, enfatizando en el máximo brillo. Mi intención era darle algo de luz a mi rostro y conseguir suavizar mi expresión fatigada.

Había quedado con una buena amiga para asistir juntas al curso. Al verme, comentó mi buen aspecto. Palabras que agradecí, teniendo en cuenta que necesitaba sentirme un poco “como nueva”, aunque fuera desde lo meramente superficial.

Era la primera vez que acudía a este tipo de curso dirigido, supuestamente, por una mujer "despierta" de conciencia. Al parecer, las clases se impartían regularmente, un día a la semana y sin necesidad de reserva previa. Simplemente podías añadirte al grupo y sumarte a la clase.

El local donde se impartía era amplio y sin apenas mobiliario. Una moqueta anaranjada cubría el suelo por el que habían esparcidos varios cojines y algunas mantas. Al final de la sala, frente a nosotros, había una tarima de madera ancha y sobre ella una silla preparada para la conferenciante. La altura de la tarima le facilitaba el que pudiera tener una visión clara de los asistentes. Nos podía observar perfectamente a todos.

Como yo, había tres personas más que eran nuevas en el aula. El resto, unos treinta, llevaban varios días de asistencia. La conferenciante preguntó quiénes éramos los nuevos y los cuatro alzamos decididos la mano. Uno a uno nos pidió que explicáramos las razones de nuestra asistencia, recuerdo que fui la última en ser preguntada. 
Al llegar mi turno, la conferenciante "clavó "su mirada en mí. Me prestó atención durante unos segundos y sin ni siquiera darme tiempo a presentarme exclamó:
–Vaya, ¡Que rubia!- -¡Pareces una actriz de Hollywood!- (me pasé con las mechas, pensé) -¿Qué te trae por aquí?-, preguntó -¿problemas con las drogas?- No, contesté -¿con el Alcohol?-, No, contesté, (sus atribuciones sesgadas continuaban), -¿Acaso en alguien cercano a ti, en alguien de tu familia?-insistió. 
La rapidez con la que efectuaba las preguntas no me daba tiempo a poder explicarle la razón de mi presencia, que no era otra que la curiosidad y el deseo de conocimiento. 
Después del tercer “no” consecutivo a su reiterado interrogatorio de faltas e impresiones precipitadas, declaró: 
–Veo mucha oscuridad a tu alrededor (me rondó por la cabeza mi insistencia en iluminar mi rostro a través de las mechas, esas cosas extrañas que a veces ocurren). -¿A qué te dedicas?-,prosiguió ¿Trabajas?-.
En ese momento, demostrando lo que parecía una cierta curiosidad por lo que pudiera decirle, me pasó la palabra. 
–No soy actriz- aclaré, soy psicóloga- añadí, -trabajo en el campo de la salud, en concreto, la psiconeuroinmunología aplicada a la oncología, ya sabe conexión mente-cuerpo- estoy formada en los Angeles-proseguí (tal vez por eso lo de, "aspecto", Hollywood), aunque actualmente estoy centrada en cuestiones de liderazgo y desarrollo personal- terminé. 
De pronto, un tanto alterada y elevando la voz como dirigiéndose al grupo en general, exclamó su sentencia: 
–¡Lo sabía!, ¡Lo sabía! de ahí viene toda la oscuridad que percibo a tu alrededor; de tu contacto continuado con personas enfermas. No te limpias la energía negativa de tus pacientes y vas cargada con ella. Si quieres seguir trabajando con enfermos deberás aprender a liberarte de su influencia; tus pacientes absorben tu propia energía.- y calló.
Como es de suponer, me quedé un tanto conmocionada durante unos segundos, para después ser capaz de decirle: 
–Siento no estar de acuerdo con su apreciación personal; no veo oscuridad en ninguno de mis pacientes, ni carga negativa que deba limpiar por estar en contacto con ellos; muy al contrario, considero que la luz está impregnada en todos y cada uno de ellos; sólo puedo sentir admiración y respeto delante de lo que considero continuas manifestaciones de fortaleza y grandeza interior, además de otras muchas cualidades de inclinación hacia la superación personal que son una constante en mi día a día con los pacientes. Muy al contrario a lo que usted me propone, pienso que soy yo la que debería impregnarme de sus cualidades elevadas-.
La sala quedó en silencio durante unos segundos, después de los cuales, la conferenciante, sin darle mayor importancia a mi respuesta, pronunció algunos halagos a mi servicio, (supongo que para contentarme) y continuó con su clase de apertura de conciencia. 
Pero yo ya no estaba allí, ni siquiera podía oír sus palabras Mis pensamientos se habían trasladado al hospital, con mis pacientes, con sus familiares. De manera espontánea me venían a la mente, a modo de recuerdos inmediatos, los momentos de privilegio vividos con muchos de ellos. Reconozco que en alguna ocasión he llegado incluso a emocionarme delante de su entereza y valor personal. 
Siempre he comentado que en la relación paciente-profesional a veces dudo de quien está recibiendo mayor beneficio.De hecho mucho de lo aprendido es lo que me permite, en este momento, liderar personas y liderar equipos. No hay mayor liderazgo que logre  adaptarse al cambio o avanzar ante las crisis, que aquel que te enfrenta a la posibilidad de perder tu propia vida. De este tipo de enfrentamiento sólo puede derivar la excelencia.

La enfermedad y la muerte sigue siendo un tabú hasta para aquellos que de una forma, absolutamente aparente e ilusoria, se atreven a defender y hablar de "conciencia" y trascendencia sin ni siquiera comprender lo que ellos mismos pretenden revelar. La verdadera conciencia no reconoce la realidad de las formas, ni otorga identidad alguna que te separe del otro.

Como es arriba es abajo defiende las leyes universales. Lo único que diferencia a un enfermo de un sano es la experiencia en sí misma.

Siempre he creido que para llegar a ser TODO, también deberemos SER TODO.

Hoy serás tú quien viva la experiencia y quizás sea yo quien la viva mañana. 

En las grandes adversidades, toda alma noble aprende a conocerse mejor. Friedrich von Schiller








8 comentarios:

  1. Apreciada, Emma. Me encanta leer los contenidos de tu blog. Tienes un aire a Cameron Díaz, no se si te lo han dicho ya!!! Posiblemente esta mujer te viera un poco Hollywood!! y te asociara al "mundo mundano , mundano, superficial"... lo que para ella debe suponer oscuridad. No vió más allá de tus mechas... (rubia, ojos azules). Seguro que estabas hiper guapísima! Cayó en tópicos, prejuicios y lo fuerte es que asociara enfermedad con oscuridad. Así nos va. Con tanto falso "GURU" de la conciencia. No se de donde les sale la iluminación a esta gente. Por cierto, a la espera, impaciente, de parte 2 (o las que sean) de cerebro y conciencia.

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  2. Me puedo imaginar perfectamente a la oradora. Empiezo?

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    1. Cuenta, cuenta. Me he despistado te he respondido en una nueva entrada.

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  3. Soy anónima, aunque enseguida me identificarás. Coincidí contigo en la pelu y recuerdo que le pedías a Oscar, mucha luz, mucha luz. ¿Será verdad que la necesitabas? O vete a saber si ya intuias lo que te ibas a encontrar.
    Mira que te dije que tan rubia y con la cazadora marrón estabas más para salir con nosotras que para asistir a un seminario de conciencia, o seudoconciencia, o paraconciencia o sinconciencia o inconsciencia.
    Miryam, algunas la llamamos Cameron aunque a Emma no le hace mucha gracia...no encuentra que se le parezca en nada. Un día ibamos por la calle y alguien le preguntó en Ingles, are you Cameron Diaz? y Emma dijo, Carmen García? No No se equivoca. Es un caso esta Emmita.

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  4. Me parece que este blog se está alejando de su verdadero objetivo. La reflexión profunda y el encuentro con las verdades universales. Tendré que ponerme seria.
    Eso sí me han aconsejado que no me alargue tanto.


    Tengo que adaptarme a las nuevas tecnologías. A buenos entendedores buenas palabras bastan.

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  5. Paco, cuenta cuenta. ¿Que dice tu imaginación?

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  6. En fin, aprovecharé el espacio de respuesta para reconocer que no asocio la oscuridad al sufrimiento.

    La luz o la oscuridad nace de tu propia interpretación.
    Tu creas ese instante.

    Como dijo Huxley (aunque fuera alucinado) "la experiencia no es lo que te sucede sino lo que haces con lo que te sucede".

    Aunque prefiero la de Teilhard de Chardin: "No somos seres humanos teniendo una experiencia espiritual, somos seres espirituales, teniendo una experiencia humana".

    Cualquier experiencia es válida para conocer la expresión de la totalidad cuando se separa del todo.

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  7. Me gusta muchísimo la cita de Teilhard de Chardin: "No somos seres humanos teniendo una experiencia espiritual, somos seres espirituales, teniendo una experiencia humana".

    No puedo evitarlo. Lo dice todo.

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