sábado, 23 de julio de 2016

EL CEREBRO TRIUNO



Nunca deja de asombrarme el hecho de que, desde la propia evolución del cerebro, se hayan cimentado las bases neurofisiológicas que revelan nuestra naturaleza trinitaria.

El cerebro primario, constituido por la  médula y el tallo cerebral, se relaciona con la función cerebral más primitiva o lo que podríamos llamar primer nivel de conciencia.  Es característico  de los reptiles, por eso también se le denomina cerebro reptil. Es el nivel de los instintos de supervivencia y preservación de la especie -búsqueda de comida, descanso, reproducción, territorialidad, agrupación, almacenamiento de  reservas y defensa-. 


          Nuestro cerebro primitivo de reptil, nos guste o no nos guste reconocerlo, aún dirige parte de nuestros mecanismos para cortejar, casarse, buscar hogar y seleccionar dirigentes y es  responsable de muchos de nuestros ritos y costumbres.   Abel  Cortese


El cerebro medio o sistema límbico corresponde al segundo nivel de conciencia. Es predominante en los animales mamíferos. Es el nivel de las emociones y los afectos, por eso también se le conoce como cerebro emocional.  En el sistema límbico es donde  se graban los recuerdos de los acontecimientos que más nos hayan podido impresionar en nuestra vida y que nos hacen responder de forma reactiva según las emociones primarias sentidas -miedo, cólera, deseo, alegría, tristeza. En cierta manera, constituye el archivo de nuestra memoria personal (emociones sentidas)  a partir de cuya información se origina nuestra personalidad.


          Una experiencia sólo puede ser memorizada cuando suscita suficiente emoción.


La corteza cerebral corresponde al nivel más evolucionado del cerebro y por  lo tanto donde la amplitud de conciencia es  mayor. En la corteza se localizan  las bases de la inteligencia intelectual (hemisferio izquierdo) y  los  sustratos de la inteligencia comprensiva (hemisferio derecho) que facilitan al individuo la capacidad de observar  y percibir  de manera objetiva, sin prejuicios ni valores, su propia naturaleza interna (conciencia de si mismo) y la de  su entorno.  La corteza cerebral permite, además,  la integración de estos tres niveles de   conciencia.

De acuerdo con sus contenidos y competencias, cada una de estas estructuras cerebrales proporciona al hombre una capacidad de discernimiento o nivel de conciencia determinado. La visión de la realidad que un individuo pueda  distinguir desde  el cerebro primario (el instinto),  poco tendrá que ver con la que se origine desde el cerebro medio (la emoción) y, mucho menos, con la que pueda derivarse  de  la activación de la corteza cerebral (la razón) y ya no digamos desde  la integración de las tres ( la contemplación).

La vida diaria supone la expresión en mayor o menor proporción de estas tres capacidades de discernimiento o niveles de conciencia, que permiten que el hombre responda ante la vida no sólo como ser automático e instintivo sino como ser racional y auto-consciente.

No llegaremos a conocernos ni entendernos como seres humanos hasta que no seamos capaces de comprender de qué manera influyen en nuestro comportamiento estas dos tendencias inalienables al hombre
  
Como seres humanos debemos  aspirar, a través del auto-conocimiento a tomar conciencia de nuestra naturaleza superior y funcionar como individuos cada vez más perfectos y evolucionados, aprovechando al máximo los recursos biológicos, intelectuales y, por supuesto, espirituales con los que contamos desde nuestra misma constitución, utilizando como escenario de prácticas el mundo y nuestras  vivencias personales.

          El hombre moderno ha creado un mundo fragmentado y dividido, lleno de conflictos y luchas por una supervivencia ficticia, más próxima a la destrucción que a la auténtica evolución, ocultando a través de aquello que llamamos identidad (lengua, país, religión, status, clase social, )  y sus múltiples mecanismos de defensa para preservala,   su permanente estado de angustia, su desesperación, su constante miedo a la pérdida

 Tal y como se están poniendo las cosas es prioritario que nos  interesemos por cultivar nuestras ventajas superiores  que nos permitan ascender desde el plano puramente mecánico de la existencia o estadios inferiores de conciencia relacionados con el instinto de supervivencia y satisfacción de las necesidades primarias, hasta  los estadios más evolucionados y complejos,  donde el individuo, por medio del intelecto y  la capacidad de reflexión es capaz de trascender su naturaleza mecánica y reconocer el potencial que vive en él. 

.
Yo soy todo lo que puedo ser.
Pero todavía no soy todo lo que seré.
No necesito buscar.
Ya soy todo lo que soy.
Solo de mí depende alcanzarme.

Yo siempre sé, aunque no siempre esté consciente de ello.
Dentro de mí está la verdad. Siempre ha estado ahí.
El reto es descubrirla.

No hay comentarios:

Publicar un comentario