lunes, 4 de septiembre de 2017

Política y Cerebro



Hoy llevamos las neurociencias a la política.
En una reciente intervención expliqué como los tres niveles de la mente, el inconsciente, el subconsciente y el consciente (los tres cerebros), influyen  en la manera de “hacer política”. Comparto una breve descripción.


La política es el arte de la convivencia, el  arte de la vida en común a través de la correcta e integra gestión de la "polis" como ideal de vida, más allá de la política, de la economía, de la cultura o la religión. En una suerte de  armonía y equilibro
entre el estado y el individuo. Sin embargo, parece que hoy la política es un auténtico despropósito de grandes dimensiones, alejada cada vez más de una verdadera democracia.

La forma de hacer política está determinada por el nivel de conciencia o capacidad de discernimiento desde el que la persona decide operar y entenderlo pasa por conocer desde "donde"uno se acerca a ella

¿Como se vive la política desde los distintos niveles mentales?

Desde el Inconsciente:
Una política inconsciente es una política dirigida a intereses absolutamente propios y no a intereses comunes y colectivos. Para el político inconsciente sólo existe un yo separado del todo.
Comportarse de manera ética, responsable y comprometida debería ser una condición intrínseca a los políticos desde su función como moderadores de la convivencia. 
Sin embargo, la política inconsciente centra sus actuaciones en ganancias  privadas (lucrarse es la meta) que logran por medio del abuso de poder, el engaño y la tiranía. El soborno, la extorsión, el tráfico de influencias, el abuso de información privilegiada son ejemplos claros de una política inconsciente y primaria.

Desde el Subconsciente:
Cuando las emociones entran en juego en el ámbito de la política se puede caer en la tentación de perder la perspectiva sobre la verdadera inclinación hacia los asuntos de la polis. El subconsciente convierte en ideales las creencias condicionadas y limitadas a la experiencia particular. Se persiguen ideales por razones que subyacen en el subconsciente y que pueden provocar un sinfín de efectos colaterales y reacciones adversas, como por ejemplo:

-Ver lo que  interesa ver condicionados a nuestro pasado.
-Oír lo que interesa escuchar y que se adapta a nuestro propio discurso.
-Tener olfato para lo que interesa rastrear y que coincida con nuestro software particular.
-Saborear lo que interesa probar sin abrirse a degustación de nuevos sabores.
-Tener tacto para lo que interesa palpar, insensibles a cualquier posibilidad de cambio o transformación.  

Y todo ello a causa del engaño de los sentidos abarrotados de impresiones y recuerdos.

La política actual es principalmente de naturaleza emocional y apoya su discurso en las sensaciones más que en elevar la conciencia de los ciudadanos en la búsqueda de un bien común. Desde este nivel mental la política basa sus actuaciones en dos emociones básicas, el miedo y la exaltación. Ambas utilizadas como principales impulsoras  del cambio (despertando temores y prometiendo más de lo que se puede ofrecer). 

Lo que  fundamentalmente pretenden los políticos emocionales es provocar sentimientos y ganar seguidores. Importa más la cantidad de votantes que la calidad del programa. No son pocos los que se inician en política movidos (e-motion) por una necesidad de reconocimiento y debilidad psicológica, más que por un autentico interés de contribuir al cambio y la transformación de la sociedad. Los emocionales suelen ser fácilmente manipulables y acostumbran a bailar al son de los inconscientes. 

Desde el consciente:
La política consciente como “arte de convivir” entiende que los elementos fundamentales para convivir con “arte” (entendiendo arte como expresión de belleza) son el sentido de pertenencia y el sentido de  comunidad. Donde la máxima es la ocupación (que no “pre”-ocupación) de los intereses comunitarios. 

Aquel que se inclina hacia la política consciente con verdadera aptitud y vocación, manifiesta un profundo y auténtico sentido de ayuda y servicio a la comunidad.  Y es capaz de elevar sus aspiraciones por encima de sus intereses particulares. Amoldando sus voluntades particulares a las voluntades generales. Con un comportamiento que va más allá de los valores y que incluye la virtud (capacidad y disposición habitual para hacer el bien)  como camino de perfección y desarrollo.

La virtud está asociada al conocimiento, mientras que la corrupción se asocia a la ignorancia.

Un político inconsciente es un político ignorante.
Un político emocional es un político torpe.
Un político consciente es un político virtuoso y sabio.

En palabras de Eugenio Tironi. “La política es el arte de convivir, de alcanzar la convivencia en una comunidad que es muy dispersa, que tiene intereses muy segmentados y a veces muy conflictivos. La política es hacer que esa comunidad sienta que forma parte de un proyecto común”.

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