Vivir el presente parece ser la clave del bienestar y la plenitud de vida.
Hoy se nos invita a centrarnos y vivir en el momento presente y aun así, existen muchas dudas acerca de lo implica o significa vivir el presente.
Está claro que somos memoria, además
de otras muchas cosas. Y esa misma memoria es la que, a menudo, nos impide centrarnos en el ahora y vivir el momento presente. Sin poder observar y experimentar la
realidad en su total y absoluta plenitud. Libre de lo que fue o está
condicionado a ser.
En ocasiones, la memoria suele ser una
interferencia para percibir y comprender lo que “es”. Un estorbo para
distinguir lo que "es" y "soy" en este mismo instante.
Por eso prefiero hablar de “vivir la realidad” más que de “vivir el presente”. Y entonces, suelen
preguntarme:
-¿Qué es la
realidad?-
Y una vez
más encuentro la respuesta en las neurociencias.
El cerebro tiene la función básica de
interpretar, descifrar y responder ante la realidad que percibimos para así
aprender a partir de ella y sobrevivir (sobrevivir como individuo, familia, grupo, especie, o como bandera, cultura, ideología, creencias).
Fundamentalmente, el
cerebro, interpreta, descifra, responde y aprende.
Y para ello, hace uso de todos los
datos que han sido registrados y
almacenados previamente, a lo largo de toda nuestra vida e incluso de toda
nuestra existencia. Nuestro cerebro
valora y sopesa la información registrada en nuestra memoria continuamente y, a
partir de ella, toma decisiones y crea
su propia realidad. Y al decir crea su propia realidad, quiero decir “crea
su propia realidad”. Y aquí empieza el
engaño.
La realidad que percibimos e
interpretamos acostumbra a ser más
subjetiva que objetiva al matizar lo que
observamos con la impronta de nuestra propia historia. Con la huella de
un pasado repleto de datos. Abarrotado de información que se remonta, ya no
sólo a nuestra historia particular (familiar, social, cultural) sino incluso,
a los mismos orígenes de la humanidad y que permanecen grabados en
nuestra memoria genética, trasmitiéndose de generación en generación. Desde el
primer ser humano hasta nuestros padres y de nuestros padres a nosotros y de
nosotros a nuestros hijos y de estos a sus descendientes.
Percibimos y respondemos a la realidad según nuestro particular
histórico. Esta es la razón principal por la que muchas veces, no podamos ver la realidad tal y como es. Y por la que se afirma que las cosas no son siempre como parecen ser.
Entre nosotros, pueden existir tantas
maneras diferentes de interpretar la realidad y vivir el presente, como historias particulares.
El cerebro funciona u opera de la misma
manera que un estadístico.
Continuamente aplica cálculo de
probabilidades para procesar los datos que recibe del exterior, hacer
valoraciones y, a partir de ellas, tomar decisiones. Y todo ello en cuestión de milisegundos. De
esta manera, el cerebro, dirige nuestra vida
a partir de lo que fue. Incapaz de centrarse en el momento presente.
Es a causa de ello, que nuestro pasado puede
convertir nuestra vida presente en una continua
repetición de programas inconscientes y antiguos, que alteran nuestra
percepción de la realidad y no nos permite observarla tal y como es. En estado presente y real.
Como bien
dice José Saramago.
“Somos la
memoria que tenemos y la responsabilidad
que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizás no merezcamos
existir”.