viernes, 30 de noviembre de 2012

Esto también pasará

“El rey dijo a los sabios de la Corte: quiero hacer un precioso anillo, pero quiero guardar dentro de éste algún sabio mensaje que pueda ayudarme en los momentos de desesperación total, y que ayude también a mis herederos y a los herederos de mis herederos para siempre. Tiene que ser un mensaje pequeño que quepa en el anillo.

Los sabios pensaron, buscaron en los libros pero no pudieron encontrar nada. Se hizo un concurso en todo el reino, y de la montaña bajó un viejo ermitaño diciendo:
-Yo conozco el mensaje.
El anciano lo escribió en un diminuto papel, lo dobló y se lo pasó al rey.
- Te lo voy a entregar, pero no lo leas, mantenlo escondido en el anillo. Ábrelo sólo cuando todo lo demás haya fracasado, cuando no encuentres salida a una situación.
El tiempo pasó y el momento llegó. El territorio fue invadido y el rey perdió el trono. Estaba huyendo en su caballo para salvar la vida y sus adversarios lo seguían. De pronto llegó a un lugar donde el camino se acababa y no había salida. De repente se acordó de su anillo. Lo abrió, sacó el papel y encontró el pequeño mensaje que sólo decía:
“No te preocupes, esto también pasará”.
Mientras lo leía sintió que se cernía sobre él un gran silencio. Los enemigos, que tan fieramente lo perseguían, debieron haberse perdido en el bosque. El rey se sintió profundamente agradecido con aquel místico desconocido, dobló el papel y volvió a guardarlo en el anillo, reunió sus ejércitos y reconquistó el reino.

El día que entró victorioso a la capital hubo una gran celebración, pero el rey fue a buscar al ermitaño para agradecerle:
-Majestad, no necesita darme las gracias, pero le pido que lea nuevamente el mensaje del anillo.
-¿Qué quieres decir? preguntó el rey.
-Ahora soy victorioso, el mundo está a mis pies.
-Este mensaje no es sólo para cuando estás derrotado, es también para cuando hayas triunfado.
El rey abrió el anillo y leyó el mensaje:
“No te preocupes, esto también pasará”.
Y en medio de la muchedumbre que danzaba y bailaba, sintió la misma paz y el mismo silencio del bosque.”

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