domingo, 27 de noviembre de 2016

Más allá de la máquina.




        Hace unos días mantenía una conversación con unos amigos acerca de la conciencia y los misterios de la mente. Considerábamos  la idea de si “todo”, "absolutamente todo", es producto del cerebro. 

Las emociones, como:  

La alegría, la rabia, el asco, la tristeza, la sorpresa; en el cerebro. 
El amor, el odio, la felicidad, el miedo; en el cerebro. 
La razón, la lógica, la inteligencia; en el cerebro. 
La creatividad, la consciencia,  la espiritualidad; en el cerebro. 

Entre todos, barajábamos un argumento común, al considerar  que la mente y los  procesos mentales, como el pensamiento, la percepción, la memoria, la atención, la conciencia e incluso la “consciencia” no son otra cosa que actividad eléctrica  y química.

-Más allá de este cableado cerebral, no hay nada-.

        De esta forma, se daba por zanjada la cuestión sobre si  podría  existir algo más allá de la máquina, algo más allá del cerebro. Asumiendo que, de haberlo, también seguiría siendo producto de la misma máquina. Y negando la existencia de la mente como algo distinto del cerebro.
          Lo que nos llevaba a la conclusión de que la naturaleza del ser humano se podía reducir  a un mecanismo físico-químico. Somos lo que somos gracias o a causa del cerebro. Sin más.

¿Y entonces?

-¿Qué tenemos que decir acerca del alma?- les pregunto yo,   interesada.
-Otra invención del cerebro- responden ellos convencidos- --Somos máquina-.

Y así, nos encontramos en un mundo dividido entre los que admiten que sólo somos una máquina, supeditada a las limitaciones que supone vivir encadenado a la mecánica (yo no decido, deciden por mí).  Y los que defienden que hay  algo más allá de la máquina, entre los que me incluyo (yo decido y nada decide por mi). 

         - ¿Significa,  entonces, que doy por hecho que no somos una maquina? -No-.  Es evidente, que somos una máquina “y”, algo más, también. –

         - ¿Estoy de acuerdo en que todo, absolutamente todo, está en el cerebro? -Si-. Estoy de acuerdo en que todo está en el cerebro… “y” fuera de él, también.-

     - ¿Y, entonces?  Puntualizan-  qué puede haber más allá de la máquina?-

                    Y yo contesto:
  
-Más allá de la máquina, estás tú